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CARLOS BAYON


En el collado de Uspuru, el tercer sábado del mes de Noviembre de 1995 comenzó para mí otra manera más de hacer monte: hacer Grandes Recorridos a base de encadenar recorridos medios, de forma continuada, lo que facilita el conocimiento del entorno y la orientación. Con un grupo muy bien organizado en logística, gracias a la suela gastada que traían de objetivos anteriores, perfectos conocedores de la montaña y llevando un buen número de gente, handicap que aumenta mucho las dificultades propias de la montaña.

(Foto: Mikel Rodríguez)

Estoy seguro de que, de no haberme subido a aquel autobús, nunca hubiese ascendido, por ejemplo, a la Virgen de la Peña, en cuya loma cimera me sor prendió la visión del Pirineo Vasco y Central; quizá la panorámica más bonita que he visto de ellos, con todas sus puntitas glaseadas, tan cercanas y con una gran nitidez. Tampoco hubiese recorrido la Bardena de un extremo a otro, ni hubiese andado por sitios llanos sin aparente interés montañero, como es la Ribera navarra. No conocería Las Roscas, ni Kodes, ni las diferencias que hay entre las gentes del norte y las del sur de un mismo herrialde, muy en función de su hábitat: llano o montaña, costa o interior, zona húmeda o seca... Y todo un montón de sitios preciosos y bellezas naturales que harían interminables estas líneas al describirlos. Ni siquiera retratándolas, haces justicia a las sensaciones que sientes: el nacimiento de La Bidouze, La Leze, Valderejo, Irati, Legaire, Harrikilinka...

Los terrenos que hemos pisado no siempre han sido fáciles. Algunos han sido incluso técnicamente difíciles por la nieve, llevándonos más de un susto por caídas, aún tallando peldaños. Hemos hecho recorridos en los que hemos tenido que inventar senderos monte a través por geografía sin humanizar, utilizando más el olfato montañero que la vista. En otros, la lluvia y la niebla han hecho trabajar un montón a las brújulas. ¡Qué difícil es andar por el barro durante kilómetros y kilómetros!

Al final de cada travesía espera Rufino, jefe de logística con experiencia demostrada, transportando la intendencia: ropa seca, el infiernillo y la fiambrera (con caldo para poder untar bien), café que alguien ha llevado (no en todos los sitios hay bar), buenos vinos, varios tipos de licores y «La Internacional» cantada por expertas voces, cual salmo gregoriano.

Despedida y hasta el próximo tercer sábado de mes en el que andaremos por... La verdad es que ya no me acuerdo qué nos toca en la próxima salida... Lo que si recuerdo es que me toca llevar el vino y el orujo... ¡Ah, y recuerdos de Koxka!

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